Funciona
como una gran desaladora que toma agua del mar y en un proceso
claramente definido, vierte finalmente el agua potable tan necesaria
para los campos, las fábricas, hospitales... y sobre todo para
saciar la sed de los ciudadanos. En el caso que nos ocupa, la
captación se produce de entre todos los componentes de la sociedad,
jóvenes y mayores, mujeres y hombres, de toda condición, con
diverso nivel cultural. Es el mar que va entrando en la gran
maquinaria transformadora de la institución. El proceso de succión
de la Cruz Roja, viene dado por el valor de servicio mostrado a lo
largo de sus 150 años de historia de generosidad, por los
testimonios de quienes ofrecen parte de su tiempo para ser útiles a
una sociedad que luce demasiado precariado vulnerable ante las
tormentas del egoísmo, la injusticia, o simplemente los
desequilibrios de la propia naturaleza que juega tan malas pasadas.
La
maquinaria de transformación en agua potable se inicia con la
formación de los nuevos inquilinos de la casa, para conocer los
principios que deben presidir el quehacer, para prepararlos en los
diversos campos de actuación: personas mayores, niños y jóvenes,
presos y accidentados, mujeres en riesgo, inmigrantes general
personas que necesitan desde el acompañamiento hasta el alimento con
que sobrevivir.
La
cercanía de los que sufren de uno u otro modo, la vivencia personal
de la angustia cercana, la rapidez para atender al que se le puede
escapar la vida si no se llega a tiempo, el relato de vida de los que
se acercan en busca de consuelo y ayuda, la formación de equipo con
compañeros y compañeras en tan diferentes misiones, termina por
transformar, sino el agua en vino, sí el agua salada en potable,
capaz de aminorar la sed de muchos. El voluntariado actuante, así,
es el resultado de todo un proceso transformador en personas que se
sienten algo mejores, más útiles, más liberadas de muchos
condicionantes y prejuicios, listas para actuar. El complemento de
este manantial, sin el que no sería posible mantener los compromisos
con los ciudadanos desfavorecidos, está en el soporte inestimable de
los socios que coadyuvan en hacer posible, aplicable, real, la
disposición para emprender aventuras de cooperación, y trabajo
diario para el desagobio y en ocasiones hasta la sonrisa.
Como el
agua que entra y sale transformada, la Cruz Roja ve pasar a lo largo
de los años a muchas personas por sus asambleas, sin que deje en
ningún momento de la larga historia en nuestro País, de mantener un
cuerpo de voluntariado, técnicos y socios colaboradores que
construyen la pervivencia en el tiempo y en el espacio de toda la
geografía de nuestra región, del Estado y de todo el mundo como
Cruz Roja o Media Luna Roja, institución humanitaria para un mundo
que no siempre dispone de los mejores ejemplos de humanidad.
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